domingo, 3 de marzo de 2013

El comienzo de año perfecto


En navidad del 2004  mi hermana María Gabriela Sarmiento, una niña de apenas 4 años, le había pedido al “Niño Dios” que nos trajera un hermanito, ya que anteriormente cuando nuestra mamá había quedado embarazada de un bebé lo había perdido, y desde ese momento la fase más importante de nuestras vidas empezó.

Llego el 25 de Diciembre y en nuestra casa en Bogotá María Gabriela esperaba al nuevo integrante de nuestra familia, pero el no llego exactamente esa noche buena, lo cual la desmotivo por completo. Yo, que tenía 6 años entonces, le pedí al “Niño Dios” que me trajera un perrito, y ese si llego justamente el 25. Mi hermana, al ver que a mi si me había traído lo que le pedí en la carta, se puso a llorar, y no me quería hablar, ni a mí ni a mis papas. Lo que ella no sabía era que en pocos meses se enteraría de que los deseos si se cumplen, y más cuando se los pides al “Niños Dios”.

Pasaron tres meses y 2 semanas, el tema de la carta ya era chiste antiguo y ni mi hermana ni yo nos acordábamos del regalo que ella había pedido en la carta. Era un día de Marzo, un día en el cual el sol iluminaba y nos daba calor. A la hora del almuerzo mis papas nos invitaron a mis 3 hermanos y a mí a comer a un restaurante llamado “Karen´s Pizza”, donde me encantaba escalar, cantar, jugar futbol, y obviamente comer pizza. En el justo momento en el que nos disponíamos a disfrutar de la espectacular comida de aquel lugar, mi papá, con voz un poco temblorosa y aun dudosa, nos dijo “Esto para mí es difícil de decir, no porque sea algo malo o algo de lo cual no quisiera que se enterasen, sino porque es algo maravilloso, algo que me pone mucho más que contento. Santiago, María Alejandra, María José y María Gabriela, desde hoy es oficial, van a tener ¡UN HERMANITO! Claudia y yo estamos embarazados, digo los dos porque de los dos es el trabajo, y de ustedes también”. En ese momento Gabriela me volteo a ver y me dijo “! SABÍA QUE EL NIÑO DIOS NO ME IBA A FALLAR, SABIA!” y empezó a saltar como una loca y a presionar los puños por la emoción que tenía, como solo ella  sabe actuar cuando está realmente feliz o ansiosa. Para mí no fue tan emocionante en ese momento, “!Bah! gran cosa, solo vamos a tener a un hermanito nuevo, otro u otra igual a Gaby, no es para tanto” pensé, pero mis hermanos si se veían muy felices, así que opte por comportarme igual que ellos, y felicitar a mis papas con un “Gracias por esta sorpresa, la mejor de todas” como todos les decían. Mi hermanita le pregunto a mi mamá que si ya mismo iba a nacer ese personaje que tanto anhelaba, a lo cual ella le respondió que tenía que esperar, porque venía de una tierra muy lejana, “de Paris, desde esa mágica ciudad vendrá tu hermanito, pero tienes que esperar, porque de Francia a Colombia ese encargo se demora 9 meses, nenita”.

Paso lo que quedaba de marzo, luego Abril, Mayo, Junio, Julio… Cada mes notaba que en mi mamá cambiaba algo, la principal diferencia que notaba mes a mes era su vientre, era como si alguien la estuviese inflando como a un globo, porque cada mes la barriga que antes yo veía plana se iba agrandando y agrandando. Otra de las cosas que le pasaban era que su humor era muy voluble, en un momento estaba bien, al siguiente no quería que nadie la mirara, después quería que mi papá la abrazara y no la soltara, pero luego se enfadaba con él por cualquier cosa. Después vino Agosto, Septiembre, Octubre, Noviembre y Diciembre, cada mes con alguna novedad de mi futura hermanita que ya habitaba dentro de mi mamá, y esa fue la novedad que más me impacto, que iba a ser niña, “¡como yo! ¡Como Gaby! ¡Como mi tata (mi hermana mayor)!, pobre Santi” pensaba “va a ser el único niño en toda la familia”. Otras novedades venían e iban, como que ya se le veían las extremidades, que ya latía su corazón, que tenía un poquito de pelo en la cabeza, que era MUY grande, que estaba sana y que, aunque mi mamá estaba en riesgo de perder al bebé porque ya tenía 35 años y se supone que a esa edad tener un hijo es un riego, el medico estaba seguro de que sería una niña muy inteligente, “como sus hermanos y sus papas” nos decía siempre que íbamos a ver a esa pequeña criatura que cada mes crecía más y más. Al igual que ella y el vientre de mi mamá fueron creciendo, mi emoción por ver a mi hermana nueva también lo hizo, cada mes estaba más feliz por ver a esa niña que mi mama decía que sería mi “muñequita” para poder jugar con ella y cuidarla. También discutíamos por el nombre de la pequeña, primero se iba a llamar María Luisa, pero a mi mama le recordaba a un postre que se llama “torta María Luisa” y decía que no quería que su hija se llamara así, pensamos en varios nombres, como: Luna, Mará Paula, María Camila, María Catalina pero después de mucho pensarlo decidimos llamarla “María Juliana.


Llego el 31 de Diciembre, todo estaba normal ese día, yo ayudaba a mi papá a arreglar las mesas para cuando la familia llegara a comer y a pasar la noche con nosotros; cuando de repente Gabriela se resbaló con un líquido en el piso de arriba y empezó a llorar, yo me asuste y fui a buscar a mi mamá, que estaba en el cuarto sentada en el piso gimiendo. Al mismo momento que yo entré mi niñera de ese momento también entro y la ayudo a pararse y llamo a mi papá. Mi mamá un poco fatigada le dijo a su amado esposo que había “roto fuente”, algo que yo, a mis 7 años, no sabía que era, pero mi mama le dijo que esa noche no iría al médico. La noche transcurrió normal.El 1 de Enero del 2006 mi mamá no hizo nada, ni siquiera se esforzó en llamar a un médico para que fuera a verla a la casa. Al día siguiente cuando me levanté mis papas no estaban, era muy extraño, no sabía a qué horas se habían ido, ni a donde, ni a qué, pero no le di mucha importancia. Hacia las 4:45 pm sonó el timbre de mi casa, pensé que eran mis papas pero en realidad era mi hermano mayor, Santiago, quien llego corriendo, gritándonos “! YA VA A NACER, YA VA A NACER! ¡María Juliana YA VIENE!”, mi hermana mayor estaba en el médico ayudando a mi mama con el trabajo de parto. La adrenalina recorrió en menos de un segundo todo mi cuerpo, y tal como yo lo veía el de Gabriela también. Nos subimos rápidamente al carro y llegamos en menos de 10 minutos a la clínica Reina Sofía, para ver a la niña que en menos de media hora seria mi hermana. A las 5:10pm, ni un minuto más, ni un minuto menos, salió el médico y le aviso a mi hermano que ya había nacido, ¡Por fin! Me acuerdo que estaba lloviendo en ese momento, y paso más de una hora para que pudiera entrar a conocer a esa persona por la cual 9 meses mis papas y mis hermanos armaron tanto alboroto.



Recuerdo que la primera vez que la vi no fue la más común, ella estaba en una incubadora y casi me toca lanzarme encima del médico para que me la mostrara. Pero no hizo falta nada más que ese segundo en el que la vi por primera vez para darme cuenta que era la niña más afortunada del mundo por poder tener a una hermanita tan preciosa y perfecta como esa niña que veía yo tras el cristal, y para declarar el 2 de Enero del 2006 como el mejor día de mi vida, el mejor comienzo de año de toda mi historia.




                                                                                                                                      

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