En navidad del 2004 mi hermana María Gabriela Sarmiento, una niña
de apenas 4 años, le había pedido al “Niño Dios” que nos trajera un hermanito,
ya que anteriormente cuando nuestra mamá había quedado embarazada de un bebé lo
había perdido, y desde ese momento la fase más importante de nuestras vidas
empezó.
Llego el 25 de Diciembre y en nuestra casa en Bogotá María
Gabriela esperaba al nuevo integrante de nuestra familia, pero el no llego
exactamente esa noche buena, lo cual la desmotivo por completo. Yo, que tenía 6
años entonces, le pedí al “Niño Dios” que me trajera un perrito, y ese si llego
justamente el 25. Mi hermana, al ver que a mi si me había traído lo que le pedí
en la carta, se puso a llorar, y no me quería hablar, ni a mí ni a mis papas.
Lo que ella no sabía era que en pocos meses se enteraría de que los deseos si
se cumplen, y más cuando se los pides al “Niños Dios”.
Pasaron tres meses y 2 semanas, el tema de la carta ya era
chiste antiguo y ni mi hermana ni yo nos acordábamos del regalo que ella había
pedido en la carta. Era un día de Marzo, un día en el cual el sol iluminaba y
nos daba calor. A la hora del almuerzo mis papas nos invitaron a mis 3 hermanos
y a mí a comer a un restaurante llamado “Karen´s Pizza”, donde me encantaba
escalar, cantar, jugar futbol, y obviamente comer pizza. En el justo momento en
el que nos disponíamos a disfrutar de la espectacular comida de aquel lugar, mi
papá, con voz un poco temblorosa y aun dudosa, nos dijo “Esto para mí es
difícil de decir, no porque sea algo malo o algo de lo cual no quisiera que se
enterasen, sino porque es algo maravilloso, algo que me pone mucho más que
contento. Santiago, María Alejandra, María José y María Gabriela, desde hoy es
oficial, van a tener ¡UN HERMANITO! Claudia y yo estamos embarazados, digo los
dos porque de los dos es el trabajo, y de ustedes también”. En ese momento
Gabriela me volteo a ver y me dijo “! SABÍA QUE EL NIÑO DIOS NO ME IBA A
FALLAR, SABIA!” y empezó a saltar como una loca y a presionar los puños por la
emoción que tenía, como solo ella sabe
actuar cuando está realmente feliz o ansiosa. Para mí no fue tan emocionante en
ese momento, “!Bah! gran cosa, solo vamos a tener a un hermanito nuevo, otro u
otra igual a Gaby, no es para tanto” pensé, pero mis hermanos si se veían muy felices,
así que opte por comportarme igual que ellos, y felicitar a mis papas con un
“Gracias por esta sorpresa, la mejor de todas” como todos les decían. Mi
hermanita le pregunto a mi mamá que si ya mismo iba a nacer ese personaje que
tanto anhelaba, a lo cual ella le respondió que tenía que esperar, porque venía
de una tierra muy lejana, “de Paris, desde esa mágica ciudad vendrá tu
hermanito, pero tienes que esperar, porque de Francia a Colombia ese encargo se
demora 9 meses, nenita”.
Paso lo que quedaba de marzo, luego Abril, Mayo, Junio,
Julio… Cada mes notaba que en mi mamá cambiaba algo, la principal diferencia
que notaba mes a mes era su vientre, era como si alguien la estuviese inflando
como a un globo, porque cada mes la barriga que antes yo veía plana se iba
agrandando y agrandando. Otra de las cosas que le pasaban era que su humor era
muy voluble, en un momento estaba bien, al siguiente no quería que nadie la mirara,
después quería que mi papá la abrazara y no la soltara, pero luego se enfadaba
con él por cualquier cosa. Después vino Agosto, Septiembre, Octubre, Noviembre
y Diciembre, cada mes con alguna novedad de mi futura hermanita que ya habitaba
dentro de mi mamá, y esa fue la novedad que más me impacto, que iba a ser niña,
“¡como yo! ¡Como Gaby! ¡Como mi tata (mi hermana mayor)!, pobre Santi” pensaba
“va a ser el único niño en toda la familia”. Otras novedades venían e iban,
como que ya se le veían las extremidades, que ya latía su corazón, que tenía un
poquito de pelo en la cabeza, que era MUY grande, que estaba sana y que, aunque
mi mamá estaba en riesgo de perder al bebé porque ya tenía 35 años y se supone
que a esa edad tener un hijo es un riego, el medico estaba seguro de que sería
una niña muy inteligente, “como sus hermanos y sus papas” nos decía siempre que
íbamos a ver a esa pequeña criatura que cada mes crecía más y más. Al igual que ella y el vientre de mi mamá
fueron creciendo, mi emoción por ver a mi hermana nueva también lo hizo, cada
mes estaba más feliz por ver a esa niña que mi mama decía que sería mi “muñequita”
para poder jugar con ella y cuidarla. También discutíamos por el nombre de la
pequeña, primero se iba a llamar María Luisa, pero a mi mama le recordaba a un
postre que se llama “torta María Luisa” y decía que no quería que su hija se
llamara así, pensamos en varios nombres, como: Luna, Mará Paula, María Camila,
María Catalina pero después de mucho pensarlo decidimos llamarla “María Juliana.
Recuerdo que la primera vez que la vi no fue la más común,
ella estaba en una incubadora y casi me toca lanzarme encima del médico para
que me la mostrara. Pero no hizo falta nada más que ese segundo en el que la vi
por primera vez para darme cuenta que era la niña más afortunada del mundo por
poder tener a una hermanita tan preciosa y perfecta como esa niña que veía yo
tras el cristal, y para declarar el 2 de Enero del 2006 como el mejor día de mi
vida, el mejor comienzo de año de toda mi historia.
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